lunes, 29 de diciembre de 2014

¿Qué país quedará tras el PP?

¿Qué país quedará tras el PP?

Paco Bello

Me parece importante abordar ahora este asunto, porque lo que vendrá tras las elecciones –en el mejor de los casos–, es tener que hacer frente a un escenario dantesco. Y es que no se ha podido ser más destructivo y más nocivo desde un gobierno de lo que lo ha sido el Partido Popular, y eso que lo tenían difícil tras el último desgobierno del PSOE.
El mundo real no es el de nuestra imaginación. Pese a saber que el modelo político español se parece a una democracia lo que un mono a un ornitorrinco, lo que sigue siendo innegable es que los que gobiernan, repito, con todas las deficiencias de este sistema incalificable, gobiernan porque un 70% de la población participó en él debiendo conocer las normas y con su voto así lo decidió en un momento dado, aunque fuera tapándose la nariz.
Si esto no nos gustase, no creo que la alternativa para decidir quién está capacitado para votar nos gustase más, aunque solo se tratara de hacer pasar un examen de conocimiento político y de los programas presentados por cada candidatura y de las consecuencias de esos proyectos y/o las responsabilidades en caso de incumplimiento. A poco que se apretara, ese examen lo aprobarían cuatro y el de la moto.
Así, aquello que se decide desde los respectivos gobiernos elegidos por el pueblo, tiene el sello y el compromiso del propio pueblo. Y hablamos de la OTAN, de Maastricht, del Euro, del TTIP, de la deuda y de cada una de las leyes con recortes y despropósitos que se han aprobado desde 1978.
No es un reproche, porque no tenemos por qué ser expertos en nada ni yo sería la persona adecuada para hacerlo. Y porque, por ver el lado positivo, probablemente la experiencia sea la mejor escuela y ahora ya tenemos un máster en malnacidos, ladrones, pancistas y estafadores. Y no significa tampoco que no se pueda revertir el proceso con otro proceso. Lo que sí quiere decir es que se precisa de nuevo la legitimidad que confieren los votos, pero especialmente la conciencia fruto de esa experiencia, y en este caso para configurar un nuevo escenario que no ofrezca nunca más un poder sin límites a los gestores de ese poder que debe pertenecer al pueblo. Lo más triste es pensar, pese a todo lo que se pueda decir, que la causa de la situación es precisamente que no somos como ellos, que no nos parecemos en nada. Y es que por más que les interese que lo volvamos a creer, una vez se pierde el perfume, se hace evidente que la basura y las personas no tienen parecidos razonables.
Daily Mirror
Este mes se han cumplido 100 años desde la famosa tregua de Navidad que protagonizaron soldados británicos y alemanes en la primera guerra mundial. La música, los árboles iluminados en las trincheras o, mejor, el propio hartazgo producido por una situación incomprensible, debió ser la chispa que acabó haciendo que los soldados de ambos bandos cantaran, bailaran, bebieran, comieran y celebraran juntos no destrozarse a tiros. Tanto es así que tras la tregua la mayoría se negó a seguir haciéndolo, y por ello fueron fusilados por sus mismos superiores.
Los que directa o indirectamente mandan y han mandado en este mundo muy pocas veces han gobernado para algo que no tuviera que ver con sus intereses de clase. Hoy esa tendencia es descarnada, directa, más sucia y brutal que nunca, aunque ya ni sea habitual que nos manden a morir matándonos. Y los soldados de ambos bandos, esos que nunca supieron que pertenecían a ellos, ya no cantan juntos en cuanto se reconocen como iguales, pero paralizan desahucios, atienden ancianos e inmigrantes necesitados, sirven comidas en comedores sociales y salen a la calle a mostrarse como sociedad o, aunque no participen directamente, en casi todos los casos sí entienden que la situación no es lógica ni sostenible.
El país que se encontrará el próximo gobierno no tendrá casi nada, porque no solo se ha vendido toda soberanía política sino también hasta el último bien material, incluyendo no solo las infraestructuras de sanidad, energía, materias primas, transporte y comunicaciones, sino que si les da tiempo venderán hasta los bienes de las juntas vecinales de las entidades locales e incluso nuestra libertad a base de decreto ley. Han ido a por todo, y lo único que nos dejarán son deudas y restricciones. Con todo, el próximo gobierno sí puede encontrarse con un pueblo que esté dispuesto a recuperar lo perdido y a escribirlo en piedra para no volver a perderlo. Ojalá sea así, porque esta situación se ha vuelto insoportable y hasta once meses se harán una eternidad. Y porque de lo contrario va a ser muy difícil que sigamos manteniendo la calma.

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