jueves, 27 de noviembre de 2014

Las ciudades se rebelan ante el turista

Las ciudades se rebelan ante el turista

Roma multó con 20.000 euros grabar un nombre en el Coliseo, Venecia impondrá 500 al que arrastre maletas y París intenta evitar los candados en los puentes


El turismo es fuente de riqueza, pero en exceso puede suponer una ruina. Esa es una de las conclusiones que más se repiten en las ciudades monumento. Un juez de Roma acaba de imponer una multa ejemplarizante a un turista ruso: 20.000 euros por intentar grabar su nombre en una piedra del Coliseo; era el cuarto caso similar en lo que va a de año. Lo de Roma ha sido la gota que colmó el vaso, que estaba a punto de derramarse desde hace mucho: la directora de la Alhambra de Granada dijo este fin de semana que la masificación turística perjudica al monumento; uno de cada cinco vecinos del centro de Barcelona cree que el mayor problema de su ciudad son los visitantes; y los venecianos están empezando a escapar de su amada localidad huyendo de los excursionistas.
El turista ruso que cometió la imprudencia de intentar grabar en el Coliseo la letra K -del tamaño de un teléfono móvil grande- se tuvo que enfrentar a una noche en el calabozo y a la acusación de vandalismo en un juicio que se celebró el fin de semana; fue condenado a cuatro meses de prisión condicional, que no tendrá que cumplir, además de al pago del dinero. Ahora tiene tres meses para pagar la multa. Lo significativo es que se trata de un hombre de 42 años, por lo que se descarta una imprudencia juvenil para justificar la agresión al delicadísimo monumento.
En Italia el turismo es problema de orden público en algunos lugares. Roma recibió el año pasado casi 13 millones de visitantes, que se concentran en un entorno bastante limitado, pero el punto más caliente del país es sin duda Venecia. La ciudad de los canales, que tiene unos 60.000 habitantes, soporta 27 millones de turistas cada año, casi amontonados en un pequeñísimo espacio. La llegada de barcos gigantescos pone en peligro la estabilidad de la laguna, y el tránsito de viajeros con maletas amenaza el descanso de los venecianos. Por eso, el ayuntamiento estudia imponer multas de 100 a 500 euros a los paseantes que hagan ruido con sus equipajes, especialmente en horas nocturnas.
Tal y como expresó este fin de semana la directora de la Alhambra de Granada, María del Mar Villafranca, «el turismo es necesario, pero no es la solución a los problemas del patrimonio». Eso lo deben pensar los vecinos del centro de Barcelona. Según una encuesta realizada por el ayuntamiento local, el turismo es el principal problema del barrio para los vecinos de Sagrada Familia y el segundo para los de la Barceloneta y los de Sant Pere, Santa Caterina i El Born. En las zonas más masificadas está considerado el asunto más molesto por el 21 % de los habitantes y en el total de la ciudad el 4 % lo considera así, cuando hace un año era poco más del 1 %. De hecho, el pasado mes de septiembre los vecinos de Sagrada Familia protagonizaron una singular manifestación al grito de «¡Queremos un barrio para vivir!», protestando contra «la insostenibilidad a la que se ha llegado con el crecimiento depredador del turismo masivo». Masivo con el afán de colocar candados para demostrar amor eterno en el Pont des Arts de París, que une el Louvre con la Academia cruzando el romántico Sena. Desde que comenzó la moda en el 2008, se han colocado en este puente de 150 metros 700.000 candados que pesan casi 20 toneladas sobre la estructura de la pasarela. En junio se derrumbó una parte de la barandilla y el Ayuntamiento tomó cartas en el asunto: colocó paneles de cristal para proteger el puente de tanto amor y de tanto turista.
Molesto para el 21?%
El turismo, el gran problema
Una encuesta del Ayuntamiento indica que para el 4 % de los barceloneses el turismo es el principal problema de su ciudad. En la Sagrada Familia, la cifra se dispara al 21 %.
 

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